Se atribuye el resplandor excepcional a la floración de los almendros. Los primerizos, es cierto, han abierto ya sus corolas a lo largo de las múltiples ramitas. Son retoños densos de flores, una blancura invasora y unánime, junto al follaje oscuro de algarrobos y olivos, sobre los verdes tiernos. Este vestido que se espesa, siempre blando y ligero, es, al sol, una sugestión de calmas marinas con azules serenos, de frío luminoso hacia profundidades de cielo turbadoras. Ahora, por la noche, es una insinuación de perfumada ausencia, de tierra nuestra y conocida, y, con todo, sumergida en un misterio lejano, no sabemos si del corazón o de los espacios.
I continuem amb la selecció de fragments den Marià Villangómez que vam iniciar el mes passat:
En
aquesta maragda quasi líquida va caient dels ametllers una nevada de
pètals, desallotjats de les branques per la nova fulleta. I les cases
del poble, a mig aire del pujol, contemplen el paisatge tendre dels dies
bons o es reclouen amb pany i clau en arribar-hi l'hora rúfola i
esquerpa.
(Fragment de "El poble")
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada